No cabe duda que a todos los colombianos nos preocupan los graves problemas de seguridad que se viven en ciertos sectores del territorio nacional. La presencia de grupos al margen de la ley termina intimidando la participación ciudadana en distintos ámbitos y, en muchos de ellos, el personal de la autoridad pública no da abasto para hacer presencia.
Pretender que haya un policía o un militar parado en cada esquina es casi que imposible. Siempre hemos escuchado la frase de funcionarios públicos encargados de las carteras de seguridad decir: “es que no tenemos un humano por cada humano” y es cierto.
Sin embargo, los avances en tecnología nos permiten, poco a poco, poner los ojos encima de cada esquina de la ciudad o del territorio de nuestras capitales, las cuales, hoy, deben pensarse en modelos que certifiquen el uso de la misma para brindar garantías de paz y convivencia.
Los sistemas de videovigilancia en el mundo se han convertido en las mejores herramientas para el mapeo de los delitos y violencias que se generan en lugares donde, necesariamente, no hay presencia física de la autoridad, despertando, en paralelo, un crecimiento de la sensación de seguridad de sus habitantes.
En nuestro país es habitual encontrar proyectos que pensaron esta dinámica como acompañamiento al trabajo interdisciplinar de las autoridades para reducir los delitos; pero, es claro que se han quedado cortos.
En muchas partes vemos cómo cámaras de seguridad no se encuentran en servicio o no cuentan con los softwars que les permitan tener una unificación de las mismas al servicio de las autoridades, caso que, por ejemplo, le permite hoy a Medellín tener una reducción del 45% en homicidios en comparación con 2019 y una reducción de hurtos a mano armada del 20% en comparación con el año anterior.
Otra de las innovaciones en herramientas sofisticadas que permitirán apoyar la seguridad de la ciudad será la implementación de tres robocops, que son máquinas dotadas con cámaras inteligentes y que tendrán un monitoreo directo desde el comando principal del Distrito, aportando, además, en una ciudad limpia con el control de basuras.
Y es que quedó plasmado en el Conversatorio de Seguridad Ciudadana y Tecnología organizado entre la CAF y el Departamento de Seguridad Pública de la OEA, que estas herramientas son “un medio, pero nunca un fin”, ya que deben complementar la labor integral de los gobiernos, pero no depender de las mismas para la efectividad de los resultados.
Ciudades como la capital de Antioquia complementan su tarea con la operatividad en circuito cerrado de cerca de 2.886 cámaras de seguridad, 424 de ellas con reconocimiento facial, que permite tener un sistema tecnológico robusto que apoye las labores diarias de las autoridades.
Otras como mi ciudad, en Cali, dicho sistema fue implementado, pero, actualmente, solo el 45% de las cámaras de seguridad de la ciudad están en funcionamiento, impidiendo que esta herramienta complemente la importante labor ejercida desde la Secretaría de Seguridad y Justicia Ciudadana.
Las ciudades del futuro deberían convertirse entonces en un híbrido físico-tecnológico que esté encaminado a la seguridad de sus habitantes, con una inversión que justifique la presencia de las mismas, pero, también, con una voluntad política que permita sostener la estrategia en el tiempo. Inversiones que permiten SALVAR VIDAS que es el deber ser de todos los gobiernos.
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