
La reciente aprobación de la Política Pública de Inteligencia Artificial respaldada por el CONPES 4144, marca un hito en la transformación digital del país. Colombia, al igual que muchas naciones, busca aprovechar el potencial de la inteligencia artificial (IA) para mejorar la competitividad económica y la calidad de vida. Sin embargo, más allá de las buenas intenciones, la ejecución de esta política enfrenta desafíos estructurales que pueden comprometer su impacto real.
Uno de los retos más evidentes es la coordinación interinstitucional. La política depende de la articulación entre múltiples entidades gubernamentales, pero en un país donde la burocracia y la falta de continuidad administrativa son comunes, existe el riesgo de que las acciones queden en el papel o avancen a ritmos desiguales. Para evitarlo, es fundamental establecer un liderazgo claro, idealmente con una entidad especializada en IA que garantice su implementación efectiva y a largo plazo.
Otro obstáculo clave es la brecha digital. Aunque la política reconoce la importancia de la infraestructura tecnológica, la realidad es que el acceso a internet y a herramientas digitales sigue siendo desigual, especialmente en regiones apartadas. Sin una estrategia clara para reducir esta disparidad, la IA podría convertirse en una tecnología exclusiva para las grandes ciudades, ampliando aún más la brecha entre los territorios.
El desarrollo del talento humano es otro desafío crítico. Colombia no cuenta con suficientes profesionales especializados en IA, lo que puede limitar la capacidad de investigación, innovación y adopción en el sector productivo. Si bien la política incluye planes de formación, es urgente acelerar este proceso con alianzas público-privadas, incentivos para la capacitación y programas de retención de talento para evitar la fuga de profesionales hacia otros países.
Además, la gestión de datos sigue siendo un punto débil. La IA depende de grandes volúmenes de información confiable, pero en Colombia muchas bases de datos públicas son limitadas, están desactualizadas o tienen problemas de interoperabilidad. En este contexto, iniciativas como el Distrito de Innovación e IA del Valle NIDO, pueden jugar un papel clave en el fortalecimiento del ecosistema de IA en la región. Desde ahí, trabajaremos para generar sinergias entre el sector público, la academia y la industria, promoviendo espacios de experimentación, formación y acceso a datos de calidad que impulsen el desarrollo de soluciones basadas en IA con impacto real en la sociedad.
Por último, la sostenibilidad financiera de esta política es incierta. Aunque se han destinado recursos iniciales, el desarrollo de IA es costoso y requiere inversiones a largo plazo. Sin un esquema de financiamiento sostenible y sin incentivos para la inversión privada, el riesgo es que esta política se diluya con el tiempo, quedando como una promesa más en el camino hacia la transformación digital del país.
La inteligencia artificial representa una oportunidad enorme para Colombia, pero su éxito no dependerá solo de contar con una política bien formulada, sino de superar estos retos con decisiones firmes y estratégicas. Si logramos garantizar gobernanza efectiva, infraestructura accesible, talento humano capacitado y un ecosistema de datos funcional, la IA podrá ser un motor real de desarrollo y bienestar para todos los colombianos.
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