¡En hora buena! Comenzar el año con la sensación de que la ciudad tiene un mejor ambiente, una ilusión de cambio prometedora y una conjunción de organismos que quieren luchar por el progreso de la región, es, sin duda, un compromiso que nosotros los políticos debemos también asumir para que se cumpla lo proyectado.
Me gusta que los caleños nos preocupemos por limpiar nuestras esquinas, por bajar los montes, por poner linda una ciudad que está ahogada entre la mugre, el desorden y la anarquía.
Sin embargo, creo que Cali no solo debe limpiarse superficialmente. Recoger la basura es un acto inmediato que no significa la limpieza profunda de la ciudad. Cali necesita que nosotros nos comprometamos con ella para que quede libre de aquel desamor que le hemos profesado en los últimos años.
Por eso yo quiero hacer esta invitación. Pongamos a Cali Bella, sí, pero desde nuestra casa, aprendamos a barrer para adentro y a solucionar nuestros conflictos sin que genere un nuevo acto de violencia. Hagamos de Cali una ciudad de reconciliación por los buenos actos, pero esos que salen del corazón, y no los que se ven obligados por mantenerse dentro de un proyecto.
Cali necesita que no nos pasemos más el semáforo en rojo, que le demos la vía al peatón, que respetemos las normas y hagamos uso de nuestros vehículos como esta misma lo dice, que cumplamos con los protocolos establecidos para una mejor movilidad, que dialoguemos antes de tirarle una piedra a un bus del Mío y respetemos el carril exclusivo de nuestro sistema. Esta, es la verdadera forma en la que nosotros los ciudadanos podremos aportar para que convirtamos nuestro territorio en una mejor ciudad. Pongámonos la mano en el corazón.
Pero, adicionalmente, si usted es funcionario público, haga de su labor un trabajo digno para la ciudad. No permita que las coimas sean el mecanismo para cualquier procedimiento, recuperemos la confianza de la ciudadanía en todos los procesos que se hacen dentro de una administración; conseguirlo, nos permitirá volver a recuperar el respeto de los ciudadanos por la institucionalidad.
Sí, pongamos a Cali Bella, pongámonos los guantes para sacar el odio de nuestras calles, que las escobas sean las que barran el dolor que quedó atrás y que ve en entre sus callejones la esperanza de una nueva ciudad. Cali es una ciudad hermosa y que recibe con los brazos abiertos a todos aquellos los que llegan a buscar nuevas oportunidades. A ellos hay que mostrarles el camino. Cali depende de mí, depende de vos, depende de todos nosotros.
Pongamos a Cali Bella, pero desde el corazón, ahí vamos a poder limpiar la calle.
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