Foto: Diario Occidente
Estoy cansado y muy triste cuando transito por las calles de Cali y veo en cada semáforo a niñas y niños que están dedicados a “trabajar” y a exponer sus vidas por unas monedas y no sentados en un pupitre estudiando para su futuro.
Durante las últimas semanas, en mis redes sociales he evidenciado como muchos de estos niños se tiran de 3 o 4 a los carros y motocicletas en cada cambio de semáforo para adquirir una moneda e ir llenando un “cupo” que se les pide, como si fueran trabajadores de una organización dedicada a la explotación infantil.
Sin embargo, en la gran mayoría, no existe dicha organización. A veces, son sus mismos padres, que, ubicados en un sector del cruce semafórico, esperan a que ellos, por su condición de niñez, lleven una miseria que poco a poco va llenando sus bolsillos.
De acuerdo con los datos más recientes de la Secretaría de Bienestar Social de la Alcaldía de Cali, son por lo menos 15.000 niñas y niños que salen de sus casas con un rumbo distinto al colegio, y que pasan sus mañanas y tardes dedicados al trabajo infantil.
Eso, pese a que hoy existen aún más de 10.000 cupos disponibles en algunas de las 92 escuelas oficiales que hay en la ciudad, tanto zona rural como urbana, donde pueden acceder a una educación básica primaria y bachiller, además, de las múltiples casas de cuidado que hoy la Gestora Social del Distrito ha abierto para el cuidado de ellos mientras sus madres trabajan, un programa denominado “CuidArte”.
Si bien, la Secretaría de Educación de Cali desde el mes de febrero estuvo casa por casa, especialmente en el oriente de la ciudad y en las laderas, buscando a los niños para que accedan a la educación gratuita, estos esfuerzos no han sido suficientes; por lo menos, el panorama en los semáforos evidencia lo contrario y hay que ser más exigentes con un proyecto que busque adentrarlos en los procesos de formación.
El trabajo infantil es un flagelo que se come a la ciudad. No basta solo con identificar los puntos álgidos donde se presenta este fenómeno (Avenida Cañasgordas, Terminal, Galería Santa Elena y Alameda, Roosevelt con 39, Centro de Cali, Bulevar del Río, Calle 14 y 16 hasta la carrera 100, Plazoleta Jairo Varela y Centros Comerciales), sino una intervención oportuna que continúe disminuyendo la cifra de explotación infantil, yo iría más allá, al mayor de edad que se vea comercializando o sometiendo al trabajo infantil a sus hijos o familiares debe ser judicializado y llevado a prisión, no queremos más niños mendigos.
Las niñas y los niños de Cali NO son el futuro, son el presente. Son nuestra joya de la corona para convertir a nuestra ciudad en una ciudad del futuro, que piense su desarrollo desde el bienestar de nuestros más pequeños y que tengan todas las garantías para convertirse en hombres y mujeres de una verdadera Sucursal del cielo.
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